jueves, 17 de marzo de 2011

EN BUSCA DE LAS ERMITAS PERDIDAS

Antecedentes:

Desde hace años que estoy intrigado con los hallazgos de balas de cañón, en los alrededores del pueblo, antiguamente ante la escasez de materiales eran utilizadas como tapaderas de los caños, lógicamente deberían pertenecer a la Guerra de Independencia, en la que el Regimiento Provincial de Bujalance, cosecho grandes éxitos, así que supuse que en los alrededores del pueblo tuvo que haber una batalla o escaramuza, de bastante importancia, debido a la utilización de artillería.

La Asociación

Esta había sido mi hipótesis durante años, así que un día le comente a Don José Maria Abril, vicepresidente de la A.B.A.A.H. el echo de que por la carretera de Morente y por la “fuente el chorro” aparecían con frecuencia balas de cañón de hierro de diferente grosor y peso, que hoy en día se pueden contemplar en el museo “El hombre y su medio “,  el me hablo de Fr. Salvador Lay y Rojas, natural de Bujalance, erudito e historiador que narra los siguientes sucesos: Amaneció por fin el día 20 de Enero del año de 1810, y también amaneció en Bujalance la noticia infausta de que ya los Franceses llegaban a los Vados del Guadalquivir y habían entrado en Adamúz. La consternación fue general y se aumentó de un modo inexplicable, porque estando en Bujalance el Parque de Artillería del ejército de reserva con sus correspondientes municiones, que estaban almacenadas en las Iglesia de Nuestra Señora de Loreto y de San Ildefonso, se mandó pegar fuego a los dos almacenes, y fueron tan terribles los estampidos que dieron a sus explosiones, que se oyeron a la distancia de nueve leguas en contorno. Los infelices Artilleros se retiraron precipitadamente con los cañones hacia Alcalá, llevando por todos los lugares de su tránsito el miedo y el sobresalto, y en aquella ciudad esperaron al enemigo con más valor que fuerza.


La Guerra de Independencia, la invasión de las tropas francesas y la lucha a la desesperada que hacían nuestros antepasados despertaron mi interés y quise encontrar algún rastro de las ermitas desaparecidas, de las que la única pista, hasta ahora, eran las balas de cañón.
Se lo comente a varios agricultores y uno de ellos me hablo de unos sillares de piedra amontonados y restos de ladrillos, tejas y recordaba haber visto balas de cañón.

La búsqueda:
Debido a que las lluvias de este invierno habían sido muy copiosas, esperaba encontrar los restos de la ermita, me dispuse a rastrear los cerros cercanos a la carretera de Morente, equipado con el nuevo GPS de la asociación, después de varios días de búsqueda, al final encontré lo que mi amigo el tractorista me había referido, parecían los restos de una construcción antigua, pero nada, probaba que eso fueran los de la ermita desaparecida, debería de aparecer algún resto metálico, ya sean las balas de cañón, o restos de las mismas, estuve un par de tardes buscando sin éxito, en los regajos que el agua había formado, hasta que una tarde descubrí unos pequeños fragmentos de hierro, parecidos a los gajos de una naranja, que eran los restos de balas de cañón, o de un cañón, distaban unos treinta metros de las piedras y cual fue mi sorpresa cuando encontré un proyectil intacto de cañón justo debajo de un olivo, en los regajos halle mas de diez balas de metralla de cañón.
La cercanía con los hallazgos fortuitos de bolas de cañón, los májanos de piedra, restos de tejas, ladrillos y ahora esos pequeños fragmentos metálicos, casi podría asegurar que esos eran los restos de una de las ermitas,
¿Pero de cual?

Así que le comunique el hallazgo al presidente de la asociación Don Francisco Mejias, el me comento, que de la ermita de Santa Loreto quedaba una referencia en un censo que la situaba en la calle Pozonuevo, cerca de la fuente “el chorro”, donde también aparecen balas de cañón, así que los restos que había encontrado pertenecían  a la ermita de San Ildefonso.

Las coordenadas de la ermita de San Ildefonso servirán para futuros estudios de la Asociación y los proyectiles fueron donados al museo municipal de Bujalance.